miércoles, 6 de octubre de 2010

Con los 30 encima

Me gustaría decir que me desperté con el sonido típico de la mañana: los pajaritos del parque, el perro de la vecina, micros y demás. Lo cierto es que me desperté mucho antes, presa de la ansiedad de la llegada de mis 30 años.  La Crisis de los 30? Noooo, eso no va conmigo, pero me cuestiono y pienso que lo que vaticiné a mis 23 años se hacía, en parte, realidad. En esa época un  profesor idiota de mi universidad me mandó leer un libro de medio pelo que llegó a ser un Best Seller: "¿Quién se ha llevado mi queso?" y yo dije, si alguien puede ganar dinero con este manual de éxito yo haré mi libro “Tengo 30 y no he triunfado”, pero en ese momento no tenia 30, dejé ir la idea.
Hoy he amanecido y tengo 30… y no he triunfado, al menos no en todos los aspectos que yo quería. Mis pensamientos de mediano fracaso o incompleto éxito se detienen, mi hija de 1 año y 4 meses reclama  su alimento mañanero (leche con mil vitaminas DHA y ARA),  cambio de pañal, todo el ritual. Mi adorada esposa, que piensa que aun duermo corre a cumplir los requerimientos de la niña y regresa al cuarto con mis primeros regalos. Las 3 nos abrazamos y pienso que mi vida es perfecta. Luego me pregunto a mi misma, y cómo pagaremos estos regalos,  con qué tarjeta los habrá sacado, crédito, débito? y aterrizo en que mi vida sí es perfecta, pero falta algo: más triunfo, más dinero, lingotes de oro si es posible. 
El día trascurrió de forma maravillosa, en  mi trabajo me agasajaron como nunca antes, muchas llamadas, mails, saludos al Facebook y mensajes de texto (de los amigos que nunca tienen saldo). En la noche una gustosa cena en casa de mi madre y hermana -quienes me engríen y aguantan también- con mis familiares más cercanos. Comí como reina, disfruté ver a  mi familia junta y cuando pensé que  la noche estaba por finalizar mi madre, que a veces pienso que no me conoce, me contrató “La Hora Loca”. Mis palabras textuales al ver al arlequín fueron: “¡Puta madre  porqué a mi!?!?” Gracias a Dios, mi madre, que algo me conoce, tuvo el atino de contratar este servicio sólo por 30 minutos. Yo agradecí a la “manager” del arlequín y le dije que su show era bonito, pero que yo era una de las personas más apáticas del universo (es una exageración, conozco peores que yo).  Da igual, fui tremendamente infeliz por 30 minutos, pero mi hija gozó como nunca, mi adorada esposa fue feliz de ver a nuestra hija feliz, mis familiares estuvieron felices, eso me hace feliz.
Ya en mi cama, converso con mi almohada, recapitulo mi día. Tengo 30 años, tengo 30 kilos más que hace diez años, tengo 30 amigos menos, pero conservé a los mejores. He explicado 30 veces mi homosexualidad. Tengo 30 y no he triunfado. Bienvenidos a mi vida.