miércoles, 3 de noviembre de 2010

Ella

Tenía toda la intención de permanecer durante mis vacaciones en Miami, buscar un trabajo, ser libre y vivir la vida loca. Mi amiga, que había llegado dos semanas antes que yo, nos contaba a mi hermana y a mí sus pavorosas aventuras laborales. Decliné rotundamente y horas antes de que mi hermana embarcara hacia Lima le dije: me regreso contigo. La aventura de pasar un verano a lo Melrose Place” terminó antes de empezar.
Decidí entonces vivir la vida loca dentro de mi casa, tenía ganas de tener pareja y quería que fuera para siempre sin importar que yo tuviera 20 años y no había vivido -en cuestiones del amor- nada, recalco, nada. Busqué -obviamente en internet- candidatas, pero el material limeño no era de mi agrado. Es seguro que no busqué bien, pero lo que me tocó era de película y no miento, pues una era igual -gemela casi idéntica- a Whoopi Goldberg, pero sin sus dólare$. Soy impaciente, así que me rendí y concluí que la encontraría rompiendo el sedentarismo y estaba dispuesta a hacerlo el fin de semana siguiente: coger mis cigarros y enrumbarme -en combi- hacia cualquier disco gay.
Mientras esperaba, una noche entré a internet antes de dormir y coincidí con una chilena que venía a Lima con un grupo de amigos y yo me ofrecí a reunirnos entre amigos aquí. Llegado el día del encuentro les pasé la voz a mi hermana y a mi amiga, quienes son ahora mis comadres. Fuimos en busca de la chilena quien nunca apareció, al parecer olvidó la cita. Estábamos listas para retirarnos cuando le dije al recepcionista que la busque una vez más y apareció. La vi en el balcón, y era más que hermosa. Le pregunté con una seña si era ella y viceversa, sonreímos tímidamente. Ella bajó a mi encuentro, los segundos fueron eternos y ya cerca comprobé su belleza, su luminosidad. Juro que resplandecía. Juro que en ese momento se detuvo el tiempo y hubo música para ambas… fue más que mágico, inefable.
Cómo ambas somos locas, ese mismo día nos juramos amor eterno y han pasado diez años de eso. Con muchas altas y muchas bajas, aquí estamos. He estado a punto de perderla, pero por suerte la he recuperado... Lo sé, la suerte no es eterna.
Para resumir cuanto la amo, puedo decir que no concibo una vida sin ella, que nos reímos, que soñamos. Que hemos formado una familia y que contra viento y marea, aquí estamos. Puedo decir con vanidad, que mi amor por ella es correspondido, y espero merecido.  Ahora ella duerme dulcemente a mi lado y yo aprovecho de escribir antes que el día empiece.
De repente esta historia tiene más matices, pero es así como he escogido recordarla. Esta es la versión que quedará en mi memoria de cómo conocí a mi adorada esposa.
 Los dejo, ella está por despertar.