Soy una rebelde casi cuarentona y posteo de forma muy esporádica, sin la disciplina de un bloguero
real. Antes tenía mucho tiempo para escribir, no tenía tantas obligaciones, la
vida era diferente, más fácil en algunos sentidos.
Pero quién carajo dijo que la
vida es fácil. De hecho, la vida es difícil, llena de personas y situaciones
complejas donde nos cuesta encajar. Nos topamos con la cruda realidad de la
dureza de la vida una y mil veces. Uno cae y se levanta, se olvida cómo
funciona todo y luego cuando vas cogiendo ritmo todo se viene abajo de nuevo.
Esto aplica a todos los ámbitos. Pero aun así, hay que buscarle la gracia al
asunto.
Una de las cosas que yo más
aprecio y valoro en la vida es la amistad. Quienes realmente me conocen pueden
dar fe de ello, tengo amistades viejas que he cultivado a lo largo del tiempo.
Mis amigos son la familia que yo he escogido. Por ahí algunos lectores van a
decir que saben de algunas amistades que ya no forman parte de mi top list. En mi defensa digo que:
algunas veces el destino y las afinidades tienen planes propios y hacen que nos
alejemos de algunas personas, conservemos otras y conozcamos a nuevas. Peor
aún, hay amistades que de un momento a otro se van de este plano, pero que juro
que buscaré en otros planos. Esto es para ti pequeña, que siempre te quejaste
que sólo escribía de tu hermano y nunca de ti.
Mis aventuras con amigos son
infinitas y disfruto recordar todas, las graciosas, las tristes, las traviesas
y las malosas (tengo especial cariño
recordando estas últimas). Sentada en mi escritorio tengo días donde me rio
sola, tomo el celular y les escribo: oye te acuerdas de esto y cuándo hicimos aquello.
Mi corazón se llena de alegría y de nostalgia.
Ahora de "grande" me he
vuelto ridículamente sensible y llorona
en general y más con esta clase de recuerdos. Atrás quedaron los deseos
de ser la cabeza femenina de la mafia, calculadora y gansteril. La cara de
pesada es lo único que he conservado.
Este post es un desorden de
sentimientos y es que así me tiene esta época de fin de año. Vuelvo a mi
clásico sentimiento escolar, tengo una semana para resolverlo todo y cerrar el
año tranquila.

"La amistad es tan misteriosa
e intensa como el amor", lo tomé de un artículo que hace poco escribió
Vargas Llosa. Esa frase no puede resumir de forma más perfecta lo que para mí
es la amistad. Viejos amigos que guardo en mi corazón y memoria, nuevos amigos
que conozco y cultivo con ilusión y respeto.
Hoy parte una amiga y en una
semana otros amigos. Todos tan queridos y especiales para mí. Dejan este país
en busca de mejores horizontes.
Lo que menos tolero es que ahora
lo tolero. Tolero vivir con la ausencia física temporal de quienes tanto quiero.
Supongo que algo de madurez hay en mí que me hace saber que mis amigos deben
volar porque su felicidad está en otro lugar. Y sé que así será.
Odio las despedidas tanto como
las sorpresas, ambas me acorralan en una situación muy vulnerable. Pese a la
distancia, "la amistad trasciende el tiempo y el espacio" esa frase
si es mía, creo, siempre la digo.
Me calmo, ahora para mi suerte,
hay tecnología, aquella que me ayuda a diario a tener contacto con amigas que
hace mucho no están aquí. Las cuatro brujas del día a día que andan
desperdigadas por el mundo, amistades bonitas.
Mi corazón es grande, sólo
metafóricamente, lo certificó el cardiólogo en Agosto de este año, y guardo en
él un lugar profundo para todos mis amigos. Les regalo mi lealtad, mi tiempo, mis bromas y por su puesto mi cariño.
Los dejo, he escrito este post en
mi celular, cortesía de una actualización de mi PC. Hay sol hoy, mucho camino
por recorrer aún. Con amigos que son mi familia, con mi familia que son mis amigos. Te regalo esta https://youtu.be/-eCh3y5VROM (sube el
volumen)