jueves, 3 de marzo de 2011

París

Cada cinco años son las elecciones presidenciales en mi país. Esta época, llena de campañas electorales y pugnas de poder, me desagrada y agrada a la vez. Me atrapa la incertidumbre del próximo lunático que nos gobernará, pero no puedo evitar apasionarme  con la política. Fuera de eso, siempre llego a la misma conclusión,  la política es como París: linda por fuera y… bueno, antes de terminar la frase, permítanme contarles mi historia.
Saber que llegaríamos a París, luego de una semana de cruzar el charco, era una ilusión que nos embriagaba. Para toda gran experiencia hay que prepararse, así que no vacilamos en desempolvar el viejo manual de mi padre: “Francés para viajeros” y memorizar algunas frasecitas que repetíamos sin cesar en el tren que nos llevaba desde Burdeos hacia “La Ciudad Luz”: Bonjour, Au revoir, Excusez-moi, ¡estábamos listas! Arribamos finalmente a la Gare du Nord (Estación del Norte) y allí nos esperaba una de las personas que nos hospedaría. Era una chica africana, Testigo de Jehová, con quien mi tía nos contactó, pues compartían  la misma religión.  La chica, era cordial y nos recibió con alegría. Nosotros, le respondimos con igual  buena onda y por obvias diferencias de credo, decidimos no ahondar en nuestro particular estilo de vida.
Siempre imaginamos que nuestro temporal hogar parisino seria de ensueño. Con olor a crêpes y una linda vista del río Sena. Nuestro sueño se desbarataba cuando nos alejábamos cada vez más de la estación. No importaba, nosotros somos gente sencilla, en cualquier lugar nos acomodamos. Camino al hogar, sentimos que un hedor envolvía nuestros olfatos. Inmediatamente  pensamos que tantas horas de viaje, habían provocado una reacción axilar en nuestros cuerpos latinos.   Negativo, aún olíamos a Lady Speed Stick, al parecer era nuestra anfitriona. Al llegar, grupos de chicos en sus autos y estridente hip-hop nos daban la bienvenida. Pensé que todo era una broma, que tal vez estaban filmando una película de pandillas y que por eso habían recreado este escenario delincuencial. Caí en la cuenta de que todo era verdad. Con respecto al hogar, es  imposible plasmar en palabras los fétidos olores que convergían en ese lugar. Para sorpresa nuestra, el baño era muy limpio. Una pulcritud alterna y ajena a ese hogar. Al parecer las hermanas nunca usaban la ducha, pues cuando la abrimos el agua salió marrón. Ellas estaban tremendamente sorprendidas de nuestra costumbre diaria de aseo y nos preguntaban “¿hoy también le tocó bañarse?”
Las hermanas eran amables y hasta cierto punto alegres. Nosotros, en un intercambio cultural, le hicimos escuchar música peruana. Al sonar una canción afro peruana, una de las morenas, que era grande en todo sentido, se paró de un salto y se puso a bailar. La mayor de las hermanas, Kinki (diminutivo de King Kong) como cariñosamente la apodamos, batía brazos y piernas soltando proyectiles letales  de hedor. El bailoteo se detuvo cuando oímos una balacera  seguida de sirenas policiales. Al día siguiente, manchas de sangre en el ascensor nos confirmaban que estábamos en el mismo infierno.    
Olvidado el mal rato, y dispuestas a gozar de Paris, eso hicimos. Conocimos lugares maravillosos, los que salen en las películas, los que son románticos. En donde se respira amor y arte. Los franceses fueron tremendamente amables con nosotros. Desde la gente que nos prestaba el baño cuando mi adorada esposa les decía “tulit” en lugar de toilet. Nuestras adorables primas a las cuales ubicamos el último día. Y, como olvidar al misionero que evitó que perdiéramos el tren que nos llevaría al siguiente destino.
En París aprendimos que toda ciudad tiene un lado hermoso y un lado horrible. Que nunca hay que mostrar rezagos de catolicismo frente a los hermanos de Jehová. Y, que siempre hay que brindar mirando a los ojos, si no puedes tener siete años del mal sexo, nadie quiere eso.  
Los dejo, voy a comer un rico crêpe suzette.

2 comentarios:

  1. La interpretacion de las cosas es lo que crea el arte: pueden ser desde pintar, esculpir o narrar. Denoto nostalgia alegre en tu propuesta! Slds!

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  2. Dicen que de raza le viene al galgo, querida sobrina Rochi, hoy estoy recordando orgulloso tu talento para escribir, y construir escenas bioghráficas con la gente. Ahora recuerdo que el talento se hereda, y somos dos los afortunados(salvo que incógnitamente) alquien nos esté sacando la vuelta por allí.

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